Fichte: el «yo», el «no yo» y la libertad

Safranski, Rüdiger. 2018. Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán, Tusquets Editores: 71-72.

[Fichte] acentúa una y otra vez que todo está en movimiento y vive, nosotros lo pensamos, es más, lo notamos en nuestra propia vitalidad. El mundo comienza con una acción, y con una acción comienza también lo que llamamos yo. Fichte diría: yo me produzco como yo, por eso soy.

Estas reflexiones tienen que producir un efecto monstruoso si se entienden como la negación del mundo exterior y la afirmación del solipsismo absoluto. No es ése el caso en Fichte. Este pensador se limita a extraer consecuencias radicales del hecho de que primero tenemos el mundo exterior tan sólo como nuestro mundo interior, por ejemplo, la consecuencia de que sólo en el instante en que el yo se aprehende a sí mismo, aparece su opuesto, el no yo. En este sentido el objeto resistente es «puesto» en el mismo instante en el que también el yo se «pone» a sí mismo. El yo sólo se hace notar en oposición a un no yo. Pero, de acuerdo con eso, ¿el no yo es producido por el yo o, más bien, se nos da desde fuera? ¿Sin duda nos es «dado», pero sólo en el círculo del yo, del que nunca puede salir, y en este sentido el no yo mismo es un aspecto del yo. El no yo es una limitación, que es asumida por el yo como limitación de sí mismo. Ahora bien, el problema comienza con que la propia limitación puede llevarse tan lejos, que se nos esconda la participación del yo en la limitación. Entonces la propia limitación se convierte en la propia cosificación, que concede a las cosas un poder del que carecerían si el yo permaneciera consciente de sí mismo. En Fichte todo está centrado en agudizar el sentido para la participación del yo, es decir, para la propia actividad en la formación del mundo. El mundo no es algo que se nos contrapone tan sólo desde fuera, no es un terminado objeto extraño, sino que está empapado de yo. El mundo exterior se muestra en el círculo del yo. Pero ¿cómo?

Toda realidad que actúa en nosotros está inmersa en posibilidades. Las sensaciones en el propio cuerpo, que son el mundo exterior más cercano a nosotros, se nos imponen, pero incluso frente a ellas tenemos un espacio de juego: podemos comportarnos con ellas. Cuanto más sutiles se hacen las percepciones, hasta llegar al pensamiento y a las fantasías, tanto más están enlazadas con toda la «corte» de posibilidades. Sólo podemos averiguar lo que es real en cuanto, entre las muchas posibilidades que allí pueden pensarse, hallamos la adecuada. No es que se dé simplemente lo necesario; más bien, hay que hallarlo a partir de las posibilidades. Es la libertad la que descubre lo necesario. Fichte llama «reales» a las representaciones acompañadas por el «sentimiento de necesidad». Este sentimiento se impone, pero no sin alternativas: todavía podría ser de otra manera. Sigue estando en juego la libertad como sentido de la posibilidad, también en los llamados hechos desnudos. También en el conocimiento, y no exclusivamente en la acción, el hombre es un ser que siempre puede comportarse de otro modo, no sólo actuar distintamente, sino también ver las cosas de otra manera. El hombre vive en medio de posibilidades. La realidad se constituye en un horizonte de posibilidad. Eso es la libertad.

Acerca de Martin Montoya

I am Professor of "Ethics", "Philosophical Anthropology", and "History of Contemporary Philosophy" at the University of Navarra, researching on practical philosophy.
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