El profesor Alejandro Vigo interviene en el Coloquio Permanente del Instituto de Filosofía de la Universidad San Sebastián (Chile), donde habla de la importancia de recuperar la cultura filosófica en la formación de los filósofos. Ésta se ha visto mermada por la excesiva especialización a la que se ha visto sometida la investigación en este campo, siguiendo uno de los rasgos propios del pensamiento de la Modernidad, que ha terminado por instaurar una única metodología a todos los campos del saber universitario.
En un ejercicio socrático, Alejandro Vigo habla sobre la filosofía especializada, que en la actualidad, parece que ha perdido el empeño por filosofar, un hábito que solo se puede cultivar a través de la lectura de los grandes autores de la historia del pensamiento. El profesor Vigo se pregunta: «¿seguirá siendo en el futuro la Universidad el lugar del pensamiento y del conocimiento, o se ha vuelto cada vez más hostil a todo eso? Parece que se ha vuelto un lugar en el que uno se lo pasa bien haciendo una función administrativa, pero que en cuanto quiere hacer una cosa distinta de esa, uno es considerado un forastero, (…) alguien que pertenece a otro lugar».
Además, critica la tarea actual de quienes se hacen llamar filósofos, la cual ha decantado en tratar de influir en la cultura de un modo inmediato. Esta es una evidencia de que la filosofía ha pasado a ser considerada como el campo de las opiniones, y no del pensamiento o del conocimiento. Por tanto, despertar un nuevo interés por la filosofía no puede fundamentarse en una solución tecnocrática, incrementando las horas dedicadas a esta materia o disciplina. En la actualidad eso parece una tarea que no cumple el fin propio de la filosofía, teniendo en cuenta la fuerte carga ideológica en la que se encuentra la escuela, y que se hace extensiva a los estudios universitarios. El cambio, sugiere el profesor Vigo, se encuentra en abandonar el deseo de la influencia inmediata sobre la sociedad. En efecto, la inmediatez no carece de inocencia, y se muestra con una inflexión barbárica desde el momento que hace que se olviden las verdaderas cuestiones de fondo que deben ser pensadas.