Lévinas desenmascara el egoísmo de la moderna noción de subjetividad

Quevedo, Amalia. 2006. En el último instante. La lectura contemporánea del sacrificio de Abraham, Ediciones Internacionales Universitarias S.A. 155-156.

Nombres propios. Bajo este bello título, Emmanuel Lévinas recoge, en 1976, algunos ensayos breves (ya publicados) sobre pensadores recientes o contemporáneos, entre los que destacan Derrida y Kierkegaard. A este último, el filósofo francés de origen lituano dedica dos ensayos: Existence et éthique (de 1963) y A propos de “Kierkegaard vivant” (de 1966).

Una vez que Kierkegaard ha criticado el idealismo, «¿dónde residirá la subjetividad del sujeto?», se pregunta Lévinas. No en el estadio estético, en el que la subjetividad se pierde, pero tampoco en el ético, en el que se trataría de traducir la vida interior en términos del orden legal, de llevarla a su realización en la sociedad, en la fidelidad a las instituciones y a los principios y en la comunicación con los hombres. «En el estadio ético, el pensamiento que totaliza y generaliza es incapaz de contener al pensador. La exterioridad no sabría igualar la interioridad humana; el sujeto tiene un secreto -inexpresable por siempre jamás- que determina su misma subjetividad. Secreto que no es simplemente un conocimiento sobre el que se hace el silencio, sino que, identificado ante todo con la hoguera del pecado, permanece, de suyo, inexpresable. Ninguna verdad triunfante, es decir, racional o universal, ninguna expresión podría taparlo ni extinguirlo. Pero esta hoguera incomunicable, esta “espina en la carne” da testimonio de la subjetividad como un vuelco sobre sí en el que cabe reconocer, por encima de la noción filosófica de subjetividad, el regreso a la experiencia cristiana e incluso a sus fuentes paganas: existencia volcada sobre sí misma (…). La subjetividad del sujeto es una identificación de lo Mismo en su cuidado por lo Mismo. Ella es egoísmo. La subjetividad es un Yo» (Emmanuel Lévinas, Noms Propes, 100-101 (Fata Morgana, París, 1976. La traducción es mía).

Lévinas desenmascara el egoísmo que no sólo anida en la moderna noción de subjetividad, sino que es constitutivo de ella. También en el idealismo hegeliano -advierte- la noción de subjetividad tiene como punto de partida esta «orientación egocéntrica del sujeto». El gran esfuerzo que despliega la dialéctica consiste en mostrar la necesidad de la conversión del egoísmo al Ser y a la Verdad, revelando así un pensamiento que estaba latente en la subjetividad del sujeto. En determinado momento, la tensión, el vuelco sobre sí, se relaja para devenir conciencia de sí, el Yo se aprehende en una totalidad, bajo una ley general, a partir de una verdad que triunfa, es decir, que conduce al discurso; lo que significa precisamente el paso de la subjetividad a la filosofía. Lévinas no duda en denominar egoísmo a esa tensión, ese vuelco del ser sobre sí mismo, que no es un defecto ruin del sujeto, sino su ontología, y que encontramos ya en la sexta proposición de la III parte de la Ética de Spinoza, cuando afirma que todo ser hace cuanto está en su mano por perseverar en su ser, así como en la fórmula heideggeriana según la cual el Dasein existe de tal manera que le va en ello su propia existencia (Noms Propes, 101 y 104).

Acerca de Martin Montoya

I am Professor of "Ethics", "Philosophical Anthropology", and "History of Contemporary Philosophy" at the University of Navarra, researching on practical philosophy.
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