Spaemann, Robert. 2014. Sobre Dios y el Mundo. Una autobiografía dialogada, Biblioteca Palabra, cap. X.
Para Spaemann, la comprensión de la physis, y cómo el ser humano la trasciende, pasa por la realización del conocimiento de lo otro. Pero no meramente como algo que hace de «lo otro» un objeto sino, sobre todo, como algo que surge desde el interés de saber qué es lo otro en sí y para sí. Esta vinculación con el interés es lo que hace que surja en todo lo conocido una referencia al sujeto. Por eso, Spaemann escribe:
«Quisiera fijarme ahora en la paradoja de la trascendencia, la paradoja de un interés por algo que no depende ni se define por mi interés en ello. El interés primario transforma en objeto todo lo que encuentra. En cambio, el interés segundo [secundario] es el interés en lo que el otro es en sí y para sí mismo. Esto presupone una ipsedad, un ser en sí a causa del cual el objeto encontrado es semejante [próximo] al sujeto que encuentra. Aquel objeto es, por su parte, sujeto, bien que aún lo sea lejanamente. Esta presuposición es un supuesto último de la Filosofía, que a su vez no podemos fundamentar en otro [anterior]. A él se refiere Whitehead cuando escribe, al comienzo de Process and Reality, que únicamente debe considerarse real lo que en sí mismo posee una faceta de subjetividad».
Pero no se trata de pura subjetividad. En el proceso del conocimiento se da una unidad entre subjetividad y contenido objetivo, y esa idea de cómo son las cosas, entendidas en relación al sujeto que las conoce, se le llama physis (naturaleza):
«Según Whitehead, aquí tenemos una verdad analítica. Si el ser de algo no ha de reducirse al hecho de ser ante un sujeto, entonces ese mismo ente ha de pertenecer al orden de lo subjetivo, que, sobre la base de su contenido objetivo, puede devenir objeto para otros sujetos. Una tal unidad entre subjetividad y contenido objetivo es lo que los griegos denominaban physis [naturaleza]. Physis es una de las principales nociones de la filosofía antigua, y desde luego tanto en el terreno teórico como en el práctico. Cabe decir, incluso, que ese concepto pone de manifiesto el nexo entre la Filosofía teorética y la Filosofía práctica. Pensar el ente en términos de physis fue una decisión de gran alcance. O mejor, el hecho de que la realidad se manifieste a sí misma como physis tuvo gran trascendencia al comienzo del pensar europeo. Esa decisión permaneció indiscutida hasta el siglo XVI, esto es, aproximadamente dos mil años. A partir de entonces fue puesta en entredicho».
El entendimiento juega un papel fundamental en la comprensión de la realidad, y el interés por abordar el mundo en su complejidad desvela la physis, por no sin pasar por la propia autocomprensión del sujeto que conoce. Y por este motivo el concepto de physis es antropomórfico:
[…] el interés por entender la realidad da por sentado algo que Michel Foucault rechaza, a saber, «que el mundo nos presente una cara legible». Pero el concepto de physis descansa precisamente en ese supuesto. Inquirir por la physis de algo [preguntarle a una cosa cuál es su naturaleza] significa tratar de entenderla por analogía con nosotros [con nuestra propia autocomprensión]. En efecto, physis designa lo que nos une con todo lo que es. Frecuentemente se dice que el hombre es el ser que se ha emancipado de la naturaleza. En cierto sentido es así. Pero sabemos bien en qué sentido tenemos que ver que el concepto de physis es antropomórfico. Eso quiere decir que entendemos la realidad que nos rodea por analogía con nosotros mismos, y tan solo en un segundo momento nos entendemos a nosotros mismos por analogía con los seres vivos que nos rodean».
«Desde los comienzos de la Filosofía –Heráclito y Parménides–, el concepto de physis se define por dos elementos significativos. En primer término significa desarrollo, crecimiento a partir de un principio interior, y en segundo término se refiere a una estructura específica. Ambos significados dependen mutuamente uno del otro. La interna animación de un ser vivo es parte de lo que constatamos en él [percibimos el dinamismo interior de un ser viviente]. Esa percepción incluye el factum de que cada vez que identificamos algo como viviente distinguimos entre lo muerto y lo vivo. De lo contrario, el crecimiento natural no sería una ilimitada ampliación, sino que tendría la forma de una estructura específica determinada. Qué significa lo originario, genuino y espontáneo de algo solo podemos saberlo porque nosotros mismos nos vemos así, como un ser en sí mismo. Y algo parecido sucede con la estructura específica. La conocemos cuando nos ocupamos de las realidades que nos rodean saliendo a su encuentro, y en primer término cuando tratamos con nuestros semejantes. Y sabemos por experiencia que nosotros mismos somos visibles e identificables para los demás gracias a nuestra propia estructura específica, es decir, a una «naturaleza humana»».
«Aristóteles dio una definición de physis que proponía al ser viviente como prototipo de sustancia, de lo que es en sí mismo. Todos los seres naturales –incluidos los elementos inorgánicos [inertes]– poseen un cierto principio formal interno merced al cual se comportan de la manera en que lo hacen».
Por ejemplo, nuestra comprensión de la naturaleza causal del mundo proviene de esa idea antropomórfica de physis:
«[…] cabe decir que [esa experiencia] se basa en nuestra noción general de causalidad. Si por causa se entiende algo más que una condición antecedente, entonces solo podemos describir ese «más» [plus] basándonos en nuestra experiencia como seres actuantes. Por otra parte, no obstante, nuestra experiencia del ser mismo está igualmente en el origen de la idea de que el hombre es un ser que ha emergido de la naturaleza, puesto que nosotros mismos experimentamos un èlan, un impulso espontáneo, y a la vez vivimos la posibilidad de relacionarnos con ese impulso, bien secundándolo voluntariamente, o bien desembarazándonos de él. Solo en esa experiencia de secondary volitions, voliciones secundarias, como las denomina Harry Frankfurt, nos captamos a nosotros mismos con pleno sentido como origen de movimiento y reposo. Pues el primer impulso es del tipo del que nos lleva a ser origen de nuestras acciones, pero sin ser nosotros la causa del impulso mismo».
Así, la trascendencia humana sobre la physis está garantizada por la misma noción. La naturaleza es un principio que comprendemos para actuar de acuerdo a ella:
«La libertad de acción no es aún libertad de la voluntad. Solo emancipándose de la physis llega la physis humana a ser ella misma. El paradigma de la physis en el sentido aristotélico es precisamente esa cualidad humana por cuya virtud el hombre trasciende la physis. Hemos de tener en cuenta esta estructura paradójica si hablamos de algo parecido a una naturaleza humana».