Spaemann: sobre la diferencia entre animales y humanos

Spaemann, Robert. 2014. Sobre Dios y el Mundo. Una autobiografía dialogada, Biblioteca Palabra, cap. X.

Para Spaemann, la diferencia entre los seres humanos y los animales se observa en que, mientras los seres humanos pueden adaptarse a su entorno por medio del entendimiento y la compresión de su medio, los animales no. Estos últimos, por estar volcandos hacia la supervivencia sólo posee esquemas rígidos para hacerse con la realidad. Así, indica que:

«Para el gato el ratón no es más que una presa. Para el animal, todo lo que se encuentra es medio ambiente [entorno suyo] y, como tal, portador de significados inalterables. Esos significados son funciones del instinto de autoconservación. Cada ser vivo se tiene a sí mismo como centro de su mundo. Está «extrovertido» [proyectado hacia afuera], pero su extroversión significa que nunca sale de sí mismo, que no puede trascender más allá de sí. Para un animal [irracional] vale lo que David Hume dice del hombre: nunca da un paso por delante de sí mismo. Si el animal carece de toda autoconciencia, esto se debe a que nunca se ve a sí mismo desde fuera, nunca se ve con los ojos de otro. El gato no se ve con los ojos del ratón».

Por tanto, ese verse volcado «hacia fuera» tampoco le permite la oportuna reflexión sobre sí mismo. No son capaces de tener un conocimiento histórico de su entorno, porque eso sólo es posible por medio de la reflexión de la propia identidad en el contexto cultural en el que cada persona se desarrolla. La finalidad de los animales acaba en un fin ahistórico, y por tanto anónimo, desprovisto de más realidad para sí que la de cumplir con el equilibrio del mundo natural. Por eso, Spaemann dira:

«Los animales son egocéntricos, lo cual no quiere decir que sean egoístas. Egocentrismo significa que nunca toman algo como en sí mismo, ni a sí mismos ni a los otros. De ahí que su relación con el entorno no sea histórica. Esa relación continúa inalterable durante miles de años. Lo mismo sucede con la forma en que los animales dominan su medio ambiente: es siempre la misma, no consiste en un progresivo sometimiento del mundo que les rodea. Viven a costa de otros seres vivos, mientras que los otros seres vivos viven a su vez de ellos, de acuerdo con la fórmula de Anaximandro: «De donde surgen las cosas, de ahí también procede su destrucción, según un orden temporal, pues se pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia». Cumplen la justicia muriendo».

En cambio, el ser humano se adapta por medio de su entendimiento. Doma o domestica animales porque es capaz de conocerlos:

«Como nunca está definitivamente adaptado, el hombre siempre es consciente de que los demás seres están determinados por tendencias que no se definen de la misma forma en que a nosotros se nos aparece. Incluso cuando no se trata de reconocer al otro sino de dominarlo, es necesario conocer lo que se quiere gobernar, y eso exige que no se limite el conocimiento a los medios necesarios para el dominio. De lo contrario, aparecen obstáculos difíciles de salvar. De la fórmula de Thomas Hobbes, según la cual conocer una cosa es «saber lo que podemos hacer con ella cuando la poseemos», cabe decir lo mismo que ya se dijo sobre la frase citada de Hume: en sentido estricto, eso solo es válido para los animales. Referida a los hombres, tendríamos que revertir el sentido de la frase: No podemos hacer nada con algo si no lo conocemos en alguna medida. El domador solo puede dominar animales salvajes si se hace alguna idea de a qué están inclinados [hacia dónde tienden]. Necesita comprenderlos».

Acerca de Martin Montoya

I am Professor of "Ethics", "Philosophical Anthropology", and "History of Contemporary Philosophy" at the University of Navarra, researching on practical philosophy.
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