Rodriguez Luño, Ángel. 2015. La difamación, Rialp: 36-37.
Tres elementos están presentes en la conciencia de la propia dignidad y del propio valor. El sentido de la individualidad y de la singularidad, la capacidad de autodeterminación y el sentido de responsabilidad ante la propia misión. Estos elementos dan lugar a una temática diferente de la necesidad de ser estimado por los demás: aquí se trata ante todo de una exigencia de la persona frente a sí misma, de una organización de la propia vida y actividades que la persona establece autónomamente, según convicciones personales que estima válidas, con independencia (mayor o menor según las personas) del juicio de los demás. En virtud de estas convicciones, el sujeto no se permite ciertas actitudes y conductas, y cada transgresión reclama ante todo que sea el mismo sujeto quien la reconozca y se perdone. De este modo, el sentido del honor constituye también un freno y una defensa frente a los impulsos negativos y antisociales. Su ausencia, que en la forma extrema da lugar a tipologías criminológicas bien conocidas, constituye sin duda un grave problema. Bastan estas consideraciones para entender que la estima de uno mismo, o sentido del honor, es un bien necesario para el equilibrio y normal desarrollo psicológico y ético de la personalidad humana.