La música: el eslabón entre Política y Poética en Aristóteles

Zagal, Héctor. Amistad y felicidad en Aristóteles. ¿Por qué necesitamos amigos? Ariel: 24-26

[N]o solo es mediante las leyes como se promueve la virtud. También la educación formal parece incidir en su desarrollo. Por ello, la educación es un tema de política pública y no un asunto doméstico. «Es preciso, en consecuencia, preparar de algún modo el carácter haciéndolo familiar con la virtud (aretès) y enseñándole a amar lo bello (kalon) y aborrecer lo vergonzoso (aischrón)» (EN X, 9, 1179b 30-32).

O bien:

«Nadie pondrá en duda que el legislador (nomothétès) debe poner el mayor empeño en la educación de los jóvenes. En las ciudades donde no ocurre así, ha resultad en detrimento de la estructura política porque la educación debe adaptarse a las diversas constituciones ya que el carácter peculiar de cada una es lo que suele preservarla, del mismo modo que la estableció en su origen: el espíritu democrático, por ejemplo, la democracia (demokratían), y el oligárquico la oligarquía (oligarchían); y el espíritu mejor, en fin, es causa de la mejor constitución» (Pol. VIII, 2, 1337a 10-19).

En este punto, Aristóteles no es original. Baste pensar en la experiencia espartana y, por supuesto, en la República de Platón, donde el gobierno controla el tipo de ejercicio físico que practican los jóvenes y la clase de poetas que se leen en la ciudad.

Movido por esta preocupación, Aristóteles revisa con especial detenimiento el curriculum de materias de debería cursar un muchacho: «Cuatro son las materias que se acostumbra enseñar: lectura y escritura (grámmata), gimnasia (gymnastikèn), música (mousikèn), y a veces, en cuarto lugar, dibujo (grafikèn)» (Pol. VIII, 2, 1337b 23-25).

Esto es lo que hace Aristóteles en el último libro de la Política, donde pone especial atención en el tema de la educación musical. Se trata de un libro poco citado entre quienes estudian la Nicomáquea, a pesar de que se trata de un tema crucial; en parte esto se debe a que desde la perspectiva de la metafísica es un texto poco glamoroso. Discutir qué tanto dibujo deben aprender los jóvenes es una pregunta muy diferente de si el cosmos es eterno:

«Asimismo deben aprender a dibujar, no para evitar errores en sus compras particulares o para no ser engañados en la compra y venta de diversos artículos, sino más bien porque el dibujo afina la contemplación de la hermosura corporal. El procurar la utilidad en todas ocasiones no conviene en modo alguno a espíritus magnánimos y libres» (Pol. VIII, 2, 1338a 41-1338b 2).

Y sin embargo, la discusión puntual, precisa y detallada de Política VIII sobre el plan de estudios de los jóvenes es la concreción del propósito de Nicomáquea I. Lo importante no es saber teóricamente qué es la virtud, sino vivirla.

Esto explica, entonces, el motivo por el que Aristóteles le dedica tanta atención a un tema que puede resultar desconcertante. ¿Por qué Aristóteles discute con tanto detenimiento si los jóvenes deben estudiar flauta o cítara?:

«De estas consideraciones se desprende también con evidencia cuáles son los instrumentos que deben usarse. En la educación musical no se han de introducir las flautas ni ningún instrumento profesional como la cítara o cualquier otro de esta especie, sino aquellos que formen buenos estudiantes, ya sea en el campo de la música, ya en otro cualquiera de la educación. Por otra parte, la flauta no es un instrumento del carácter moral, sino más bien de excitación orgiástica, por lo que deberá emplearse en aquellas ocasiones en que el espectáculo se propone la purificación emocional antes que el conocimiento. Añadamos aun, que la flauta tiene para la educación el inconveniente de impedir el uso de la palabra durante la ejecución; y por esto los antiguos vedaron con razón su uso para los jóvenes y los hombres libres, y por más que al principio la hubieran empleado. […] Y viene muy a punto el mito que contaban los antiguos sobre la flauta, cuando decían que Atena, después de haberla descubierto, la tiró. Pudo haber sido, a lo que se dice, por el enfado que le causó a la diosa el ver que el tocar la flauta le desfiguraba el resorte, pero es más verosímil que lo hiciera porque el estudio de la flauta en nada contribuye al desarrollo de la inteligencia, toda vez que nosotros atribuimos a Atena la ciencia y el arte» (Pol. VIII, 6, 134a 17-1341b 9).

Acerca de Martin Montoya

I am Professor of "Ethics", "Philosophical Anthropology", and "History of Contemporary Philosophy" at the University of Navarra, researching on practical philosophy.
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