El dios de la ética de Aristóteles

En la Ética a Eudemo, Dios juega un papel en la vida moral de los hombres. Hay un aire de esperanza religiosa:

«Dios (theós), en efecto, no gobierna dando órdenes, sino que es el fin en vista del cual comanda la sabiduría (el término fin tienen a su vez un doble sentido explicado en otra parte) ya que, evidentemente, Dios no tiene necesidad de nada. Aquel modo, por consiguiente, Dios no tienen necesidad de nada. Aquel modo, por consiguiente de elección y adquisición de bienes naturales que promueva en mayor medida la contemplación de Dios […] será el modo mejor y la más bella norma,y será maña, por lo mismo, la que por defecto o por exceso nos impida servir y ver a Dios» (EE VIII, 3, 1249b 14-21).

Palabras que recuerdan la expresión de Platón en las Leyes: «Para nosotros, Dios es la medida de todas las cosas» (Leyes, 716c). Por el contrario, en la Ética a Nicómaco, Dios no juega ningún papel en la vida moral. No hay una creencia en la pervivencia del alma más allá de la muerte, ni tampoco una participación de Dios en el bien de la virtud humana más alta como es la amistad:

«Pero con un ser muy separado de los hombres, como la de la divinidad, no es posible la amistad. De ahí que surja la dificultad de si acaso los amigos no desean a sus amigos los mayores bienes, por ejemplo, que sean dioses, puesto que entonces ya no serán amigos suyos, siquiera, por tanto, un bien para ellos, pues los amigos son un bien» (EN VIII, 7, 1159a 5-10).

Acerca de Martin Montoya

I am Professor of "Ethics", "Philosophical Anthropology", and "History of Contemporary Philosophy" at the University of Navarra, researching on practical philosophy.
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