Aristóteles, EN I, 7, 1097a 30- 1097b 5
[…] Si hay sólo un bien perfecto, ése será el que buscamos, y si hay varios, el más perfecto de ellos (…). Sencillamente llamamos perfecto lo que siempre se elige por sí mismo y nunca por otra cosa.
Tal parece ser. sobre todo, la felicidad, pues la elegimos por ella misma y nunca por otra cosa, mientras que los honores, el placer, la inteligencia y toda virtud, los deseamos en verdad, por sí mismos (puesto que desearíamos todas estas cosas, aunque ninguna ventaja resultara de ellas), pero también los deseamos a causa de la felicidad, pues pensamos que gracias a ellos seremos felices.