Ugarte Corcuera, Francisco. 2004. Del resentimiento al perdón. Una puerta a la felicidad, Rialp: 39.
Si la inseguridad se asocia a una cierta dosis de pesimismo, la persona puede considerarse víctima y fomentar la autocompasión: no me quieren, no me valoran, no me hacen caso, etc. Este victimismo ordinariamente se traduce en quejas que pocas veces alcanzan lo que se proponen: ‘De una cosa estoy seguro: quejarse es contraproducente. Siempre que me lamento de algo con la esperanza de inspirar pena y recibir así la satisfacción que tanto deseo, el resultado es el contrario de que intento conseguir. Es muy duro vivir con una persona que siempre se está quejando, y muy poca gente sabe cómo dar respuesta a las quejas de una persona que se rechaza a sí misma. Lo peor de todo es que, generalmente, la queja, una vez expresada, conduce a lo que quiere evitar: más rechazo’ [Nouwen, H., 1997, El regreso del hijo pródigo, Madrid, PPC: 79.]