Anscombe, G.E.M. 2005. “La esencia humana”, en La filosofía analítica y la espiritualidad del hombre, José María Torralba y Jaime Nubiola (ed.), Eunsa: 63.
Todo hombre no excesivamente joven o incapacitado posee la bendición del lenguaje. Pueden algunos haber sufrido algún daño cerebral, o ser sordos y no haber aprendido a hablar. Pero que un recién nacido no hable, es el mismo tipo de dato que el hecho de que un gato recién nacido sea ciego. Las lombrices no son ciegas: no forma parte de su naturaleza estar dotadas de vista; no tienen ningún órgano para la vista”
“Aquí topamos con el concepto de naturaleza o esencia. Una consideración ponderada muestra, como observa Wittgenstein en sus Investigaciones filosóficas (Parte I, φ 371), que la “esencia queda expresada en la gramática”. ¿De qué consideración se trata? De la consideración, por ejemplo, de las siguientes frases absurdas: “¿Dónde vive el tío de este lapicero?”; “¿cuál es la configuración del polvo?”; “¿de qué están hechos los arco iris?”; “¿cuántas patas tiene un árbol?”; “¿piensan las bacterias?”.
En estos casos, podemos suponer vagamente que hay respuestas a preguntas que pecan contra la gramática de sus términos. ¿En qué condiciones diríamos que una silla siente algo? Y así sucesivamente. Podríamos, desde luego, inventar significados.
Sea como sea, resulta más fácil construir ejemplos de pecados contra la gramática, que describir la propia gramática (…)