Anscombe, G.E.M. 2005. “La filosofía analítica y la espiritualidad del hombre”, en La filosofía analítica y la espiritualidad del hombre, José María Torralba y Jaime Nubiola (ed.), Eunsa: 22.
Mientras que la nutrición y el movimiento son ahora puramente materiales, la sensación mecánica por su parte no requiere esencialmente el cuerpo: los actos del alma, de la sustancia inmaterial, son todos esos estados y acontecimientos psicológicos que se expresan en una indubitable primera persona del presente indicativo: “siento dolor”, “veo”, “oigo”, “tengo imágenes”, “quiero”, “espero”, “reflexiono”. Se trata aquí de subespecies del “cogito”, “pienso”. Se supone que son inmunes a los poderes disolventes de la duda cartesiana. Y ahora la divisoria entre mente y materia es la divisoria es lo que puede expresarse mediante la primera persona del presente de indicativo de un ‘verbo psicológico’, y lo que no puede expresarse de tal modo. Pero el atributo de la inmaterialidad, el carácter de ser una sustancia inmaterial, queda arrastrado hacia la nueva concepción del alma. A un filósofo medieval le hubiera extrañado oír hablar de la sensación y de las imágenes mentales como inmateriales. Su atribución al alma –me parece– no llevaba consigo de ninguna manera esta implicación hasta que Descartes, de un golpe, le dio la vuelta al argumento