Espiritualidad y respuesta a los valores

Von Hildebrand, Dietrich. 2009. El corazón, Palabra: 84-85

Queremos subrayar ahora especialmente la espiritualidad de las experiencias afectivas motivadas por los valores. Esta espiritualidad distingue a estas experiencias afectivas no solo de las pasiones en sentido estricto, sino también de los estados no-intencionales y de los deseos e impulsos. Las distingue también de un tipo de experiencia que, aun siendo intencional, no está generado por bienes que poseen un valor.

La espiritualidad de una respuesta afectiva no queda garantizada por una “intencionalidad” formal; requiere además la trascendencia característica de una respuesta al valor. En la respuesta al valor, lo único que genera nuestra respuesta y nuestro interés es la intrínseca importancia del bien; nos conformamos al valor, a lo que es importante en sí mismo. Nuestra respuesta es tan trascendente –es decir, tan libre de necesidades y apetitos puramente subjetivos y de un movimiento meramente entelequial– como lo es nuestro conocimiento cuando capta la verdad y se somete a ella. (…) El hecho de que nuestro corazón se conforme al valor, que lo que es importante en sí mismo sea capaz de movernos, produce una unión con el objeto mayor que la del conocimiento. Y es que en el amor, la unión que establece toda la persona con el objeto es mayor que en el conocimiento. (…)

Una vez concedido que la respuesta afectiva al valor presupone la cooperación del intelecto, hay que añadir que también se requiere la cooperación del libre centro espiritual. La respuesta afectiva al valor constituye por tanto la antítesis más radical a cualquier desarrollo meramente inmanente de nuestra naturaleza como el que se despliega en todos nuestros impulsos y apetitos. Y junto a esta trascendencia se da una extraordinaria inteligibilidad.

Acerca de Martin Montoya

I am Professor of "Ethics", "Philosophical Anthropology", and "History of Contemporary Philosophy" at the University of Navarra, researching on practical philosophy.
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