El aburrimiento y «el titubeo antes del nacimiento»

Köhler, Andrea. 2018. El tiempo regalado. Un ensayo sobre la espera, Libros del Asteroide, El titubeo antes del nacimiento: El titubeo antes del nacimiento.

Según la poética formulación de Walter Benjamin, el aburrimiento es «el pájaro de ensueño que incuba el huevo de la experiencia». Dicho de otra manera: también puede ser una espera temporal que desencadene nuestras mejores fuerzas. «El aburrimiento, no el patológicamente depresivo, sino ese estado de ánimo intermitente que aparece cuando crecemos, únicamente cierra el mundo para volver a abrirlo de nuevo» , escribe Dieter Wellershoff en su texto autobiográfico Langeweile und unbestimmtes Warten . Esta forma de aburrimiento «disuelve el pacto que cerré con el mundo forjado por el hábito, mis supuestas certezas, los significados fijos, y renueva tras su neblina el carácter misterioso de la vida» . Y de manera inconsciente, como recuerda Wellershoff de sus años juveniles, «la parálisis que al alma trae el aburrimiento puede trocarse en lo opuesto, en una expectación indefinida. Pero quizá tampoco fuera esta una condición opuesta, sino más bien su apogeo, la vida que inunda posiciones que quedaron vacías por la espera». Expresado a la manera del siglo pasado y en términos náuticos, se trataría de la «bonanza del alma», de la que Nietzsche decía que «antecede la feliz travesía y los alegres vientos». Toda persona creadora debe soportarlos; «aguardar sus efectos», y eso precisamente sería «lo que pocos alcanzan de sí mismos». O, por traducirlo al lenguaje contemporáneo: algo que ya no prevemos o para lo que no tenemos tiempo en nuestro compulsivo afán de satisfacción. El aguardar, sin embargo, es el lapso en el que nos mantenemos quietos para pescar en el olvido, porque en la latencia que es la quietud del alma acecha la idea feliz. La distracción forma parte, además, del instante en el que brota la chispa. Esas maniobras disuasorias que nos hacen, por ejemplo, satisfacer el miedo a la página en blanco con pequeñas tareas domésticas tensan pero a la vez distienden: algo se prepara, ya llegan los pensamientos, y poco les falta para reunirse y desfilar en el orden correcto. Franz Kafka llamaba a este proceso «el titubeo antes del nacimiento».

Acerca de Martin Montoya

I am Professor of Ethics, Philosophical Anthropology, and History of Contemporary Philosophy at the University of Navarra, researching on practical philosophy.
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